Este problema de salud va a ser debatido en una reunión internacional organizada por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares del Instituto de Salud Carlos III y el Instituto Cardiovascular Novartis.
La enfermedad renal crónica supone un aumento muy importante de la morbilidad cardiovascular, como se refleja en el dato de que más del 40 por ciento de los pacientes con cardiopatías crónicas presentan algún grado de deterioro de su función renal. El dato, así como la creciente prevalencia de un problema de salud pública que se está convirtiendo en una de las epidemias del siglo XXI, va a ser debatido en la reunión internacional ‘Update in Kidney and cardiovascular diseases’, organizada de forma conjunta por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares del Instituto de Salud Carlos III (CNIC) y por el Instituto Cardiovascular Novartis, con el objetivo de analizar y profundizar en las estrategias médicas para prevenir la enfermedad cardiovascular en los pacientes con insuficiencia renal. En la reunión participado más de 200 profesionales, entre ellos destacados especialistas mundiales en las áreas de cardiología y nefrología.
En los pacientes renales se concatenan de forma muy prevalente numerosos factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes, dislipemia) y otros relacionados con la insuficiencia renal (microalbuminuria, proteinuria, anemia, homocisteína). Según Valentín Fuster, presidente del CNIC, “la enfermedad renal crónica se está convirtiendo en una epidemia debido al aumento de la obesidad, junto con sus consecuencias, la hipertensión y la diabetes. Las tres afectan de manera independiente al riñón”, ha explicado.
José Ramón González Juanatey, del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Santiago de Compostela, sostiene que “la enfermedad cardiovascular y la enfermedad renal parecen llevar una trayectoria paralela; además la enfermedad cardiovascular provoca enfermedad renal y viceversa. En todos los pacientes con enfermedad cardíaca clínica, en particular los pacientes con cardiopatía isquémica, es necesario evaluar la función renal que debe incluir, además de la determinación de creatinina, la estimación del filtrado glomerular y la determinación de la excreción urinaria de albúmina ya que son elementos de primera magnitud para la estratificación de riesgo de los pacientes y tienen importantes implicaciones terapéuticas”, ha dicho.
“En este sentido aún es limitado el número de pacientes en los que se llevan a cabo de forma periódica estas determinaciones en España y con esta actitud estamos perdiendo una información de extraordinaria relevancia clínica”, ha añadido.
El doctor Alfonso Castro Beiras, Jefe de Servicio de Cardiología del Complejo Hospitalario Juan Canalejo, de La Coruña, y presidente del Consejo de Gobierno del Instituto Cardiovascular Novartis, ha defenido por su parte la iniciativa, “un ejemplo de las líneas de trabajo que está llevando a cabo el Instituto Cardiovascular Novartis y del Compromiso de Novartis con la investigación y el tratamiento del paciente con riesgo de padecer dolencias vasculares, independientemente del origen de las patologías”, ha señalado.
Paciente multiriesgo
Para el doctor José María Giménez-Arnau, Director Médico de Novartis Farmacéutica, “esta reunión permite una visión integral del paciente multirriesgo, convertido en objeto de prioridad asistencial hoy en día. Además, es una gran oportunidad para presentar las líneas de investigación actuales y las que serán nuevas opciones terapéuticas”, ha añadido.
Por su parte, para Aleix Cases, médico consultor señor del Servicio de Nefrología del Hospital Clinic de Barcelona, “los pacientes con insuficiencia renal crónica deben ser considerados como pacientes de alto riesgo cardiovascular y por ello el abordaje debe ser multifactorial, consiguiendo un control óptimo de las cifras de presión arterial, de los niveles de colesterol, o de la glicemia en pacientes diabéticos”, ha explicado.
En este sentido, González Juanatey ha incidido en que “este grupo de pacientes presenta un mayor riesgo y se benefician más de determinadas intervenciones terapéuticas como es la utilización de fármacos que bloquean el sistema renina-angiotensina-aldosterona”, ha dicho.
“La implementación de medidas no farmacológicas: la dieta sin sal, el abandono del tabaco, el ejercicio y la pérdida de peso si hay sobrepeso, son aún mas importantes si cabe que en la población general”, sostiene por su parte el doctor Cases, para quien “la reducción de la albuminuria (excreción urinaria de albúmina) ha demostrado conferir una protección cardiovascular y renal. La inhibición directa de la renina ofrece resultados prometedores a nivel de protección renal”, según ha explicado.
El abordaje y tratamiento del paciente renal, en resumen, debe incluir la protección cardiovascular y renal; así como de las complicaciones asociadas a la insuficiencia renal, tales como la anemia, la acidosis, las alteraciones del metabolismo calcio-fósforo, o la malnutrición. Estos pacientes deben considerarse como pacientes de alto riesgo cardiovascular y por tanto debe contemplarse el tratamiento global de los diferentes factores de riesgo cardiovascular y conseguir un control óptimo de cada uno de ellos.